En la ducha, moja el cabello con agua tibia (nunca agua muy caliente, pues tenderás a resecarlo).

Coge tu champú y posa sobre tu mano una cantidad del tamaño de una moneda. ¡No te excedas!

Unta el champú en tus manos, y luego masajea tu cuero cabelludo con las yemas de tus dedos. Hazlo de forma suave, pero sin dejar ningún rincón de tu cuero cabelludo, y continúa con los movimientos hasta que consigas formar espuma.

Luego, continúa frotando de medios a puntas e incide en las puntas, ya que es lo que más se estropea. Procura siempre trabajar en dirección a la cutícula, empezando desde el cráneo.

Después, enjuaga bien con abundante agua tibia o fría.